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¿Se puede medir el riesgo de depresión con la frecuencia cardiaca?

El estudio RADAR-MDD revela que la alteración de la frecuencia cardiaca podría ser un biomarcador de la depresión
Dra. Sara Siddi
Dra. Sara Siddi
Psicóloga y Doctora en Neurociencia Clínica. Departamento de Docencia, Investigación e Innovación.
Parc Sanitari Sant Joan de Déu
Raquel Bailón
Dra. Raquel Bailón
Ingeniera de Telecomunicaciones. Doctora en Ingeniería Biomédica
Universidad de Zaragoza

El trastorno depresivo mayor es un trastorno mental muy común, que afecta globalmente aproximádamente 265 millones de personas de todas las edades (James et al. 2018). Diversos estudios han encontrado una alta prevalencia de enfermedades cardiovasculares en pacientes con trastorno de depresión mayor (Correll et al.,2017; Penninx y cols 2017). Las enfermedades cardiovasculares constituyen un desafío global en términos de salud pública, con un impacto significativo en términos de mortalidad, hospitalizaciones, disminución de la calidad de vida, incapacidad laboral, disminución de la productividad y aumento de los costes para el sistema sanitario. En la actualidad, tanto la depresión como las enfermedades cardiovasculares se reconocen como las dos causas más prevalentes de discapacidad en países de rentas altas, y se prevé que esta tendencia también se extienda a otros países de todo el mundo. 

En particular, las mujeres parecen las más afectadas. Las mujeres tienen una protección relativa contra la enfermedad cardíaca isquémica hasta la menopausia, lo que se refleja en una menor incidencia de problemas coronarios agudos durante la edad fértil. Pero al entrar en la etapa postmenopáusica, existe una mayor asociación entre síntomas depresivos y el riesgo de desenlaces cardiovasculares, incluyendo una tasa de mortalidad cardiovascular más elevada (Veloza et al., 2019)

Numerosos estudios han demostrado que el trastorno de depresión mayor y las enfermedades cardiovasculares comparten potencialmente alteraciones fisiopatológicas subyacentes, como la inflamación sistémica, la disfunción autonómica del eje hipotalámico-hipofisario-suprarrenal (Angermann y Ertl, 2018) y la desregulación del sistema inmunitario (Halaris, 2017). Por lo tanto, resulta esencial promover una mayor conciencia sobre la alteración cardiaca en personas con depresión. Los parámetros de la frecuencia cardíaca pueden ser útiles para diagnosticar y predecir la severidad de la depresión.

En profundidad

Frecuencia cardiaca y variabilidad en la depresión 

Varias investigaciones se han centrado en el estudio de la frecuencia cardiaca y la variabilidad de la frecuencia cardiaca en el trastorno de depresión mayor. La frecuencia cardiaca suele ser más alta durante la actividad física y disminuye durante el descanso. La variabilidad de la frecuencia cardíaca se define como las fluctuaciones en el tiempo entre los latidos consecutivos del corazón, conocidos como intervalos entre latidos (Shaffer y Ginsberg en 2017). La frecuencia cardiaca y la variabilidad de la frecuencia cardíaca son inversamente proporcionales, cuanto más baja es la frecuencia cardiaca, más alta será la variabilidad. 

Esta variabilidad es el resultado de la influencia del sistema nervioso simpático y parasimpático en el corazón. El sistema simpático activa el cuerpo para que busque los recursos e intervenga en situaciones de estrés, mientras que el sistema parasimpático tiene la función de restablecer el equilibrio una vez que el cuerpo ha reaccionado ante la situación de emergencia, tras la activación del sistema simpático.

Las personas con depresión tienden a tener altos niveles de frecuencia cardiaca, incluso durante las fases de descanso, y niveles bajos de variabilidad de la frecuencia cardíaca.

En términos generales, la variabilidad de la frecuencia cardíaca se considera una medida que refleja la capacidad del cuerpo para utilizar de manera eficaz los recursos cognitivos y emocionales necesarios para adaptarse a varios entornos y a reaccionar a acontecimientos estresantes.

Específicamente, una variabilidad de la frecuencia cardíaca más alta se ha relacionado más directamente con una buena capacidad de regulación emocional (Williams et al, 2015), habilidades sociales más sólidas y una menor tendencia a la rumiación (Rottenberg y cols., 2007). Mientras, diferentes investigaciones han observado que las personas con depresión tienden a tener lo contrario: altos niveles de frecuencia cardiaca (Carney y cols, 2008), incluso durante las fases de descanso y niveles bajos de variabilidad de la frecuencia cardíaca (Harmann y cols, 2019,) debido a una menor actividad del sistema nervioso parasimpático. Esto implicaría una menor capacidad de hacer frente a acontecimientos estresantes. Por lo tanto, la alteración de la frecuencia cardiaca debería considerarse un posible factor para diagnosticar y prever las recaídas en la depresión (Carnevali et al., 2018). 

Medir la gravedad de la depresión mediante dispositivos inteligentes

El estudio europeo RADAR-MDD, publicado en la revista Physological Medicine (Siddi, S. y cols), y liderado por el Área de Salud Mental del CIBER (CIBERSAM), revela una conexión entre la gravedad de la depresión y los cambios en la frecuencia cardíaca en personas con antecedentes de trastorno depresivo mayor recurrente. 

El proyecto ha estudiado la alteración de la frecuencia cardiaca en 510 personas con depresión mayor durante un tiempo máximo de dos años. Estas personas llevaban una pulsera inteligente durante el día y la noche y contestaban cada dos semanas un cuestionario sobre su estado de ánimo. A través de esta pulsera se pudo estudiar la frecuencia cardiaca durante las fases de actividad física, medida por los pasos, y durante las fases de reposo. El resultado clave de este estudio es que la depresión más severa se asocia a una menor variación de la frecuencia cardiaca en las fases de reposo/descanso durante todo el día y una frecuencia cardiaca más alta durante las fases de reposo, por la noche. En otras palabras, las personas con niveles más altos de depresión tienen tendencia a tener una alta frecuencia cardiaca durante la noche y una menor variación de la frecuencia cardiaca en reposo durante todo el día.   

El estudio europeo RADAR-MDD revela una conexión entre la gravedad de la depresión y los cambios en la frecuencia cardíaca.

A la hora de analizar estos datos, se tuvieron en cuenta varios factores que pueden influir, como el género, la edad, el índice de masa corporal y el consumo de alcohol o tabaco, así como la presencia de otras enfermedades médicas asociadas a la depresión y el uso de medicamentos antidepresivos. Sin embargo, otros factores que no se tuvieron en cuenta podrían haber tenido un papel importante en la alteración de la frecuencia cardiaca, como algunos de los síntomas propios de la depresión, como la dificultad del sueño (insomnio e hipersomnia) o los altos niveles de ansiedad y de sedentarismo. Por este motivo, en futuras investigaciones se debería explorar el impacto de estos factores, entre otros, en la asociación entre la frecuencia cardiaca y la gravedad de la depresión, además de considerar las limitaciones de estas tecnologías

Los hallazgos de este estudio, sumado a otros factores, permitirán en futuro una detección precoz de posibles episodios depresivos y darán una alarma para recibir una atención profesional preventiva y personalizada. 

Las personas con niveles más altos de depresión tienen tendencia a tener una alta frecuencia cardiaca durante la noche y una menor variación de la frecuencia cardiaca en reposo durante todo el día.

El estudio RADAR-MDD forma parte del proyecto internacional Remote Assessment of Disease and Relapse in Central Nervous System Disorders (RADAR-CNS), que investiga nuevas formas de medir el trastorno depresivo mayor, la epilepsia y la esclerosis múltiple mediante dispositivos portátiles y tecnología de teléfonos inteligentes. Este proyecto pretende mejorar la calidad de vida de las personas que tienen estas patologías y cambiar la manera de gestionar y de tratarlas. Así, los datos recopilados a través de dispositivos móviles pueden dar una imagen completa del estado de una persona con un nivel de detalle que antes era imposible. Esto ofrece la posibilidad de detectar cambios en el comportamiento, el sueño o el estado de ánimo antes de que la propia persona sea consciente de ello. Esto podría ayudarles a predecir o incluso evitar una recaída

RADAR-CNS ha reunido a clínicos, investigadores, ingenieros, informáticos y bioinformáticos de todo el mundo y a 22 organizaciones de Europa y Estados Unidos.  

 

Agradecemos a todos los participantes de este estudio su valiosa colaboración, que ha sido fundamental para el avance del conocimiento en esta área.

 

Este contenido no sustituye la labor de los equipos profesionales de la salud. Si piensas que necesitas ayuda, consulta con tu profesional de referencia.
Publicación: 18 de Diciembre de 2023
Última modificación: 18 de Diciembre de 2023
Dra. Sara Siddi

Dra. Sara Siddi

Psicóloga y Doctora en Neurociencia Clínica. Departamento de Docencia, Investigación e Innovación.
Parc Sanitari Sant Joan de Déu
Raquel Bailón

Dra. Raquel Bailón

Ingeniera de Telecomunicaciones. Doctora en Ingeniería Biomédica
Universidad de Zaragoza
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