Una mirada desde la salud mental colectiva
Resumen
En estos momentos en los que aún no hemos dejado atrás la pandemia, cuidar de nuestra salud mental es una prioridad. Habitualmente, el sufrimiento psíquico se trata de manera individualizada con el fin de eliminar el malestar de la persona afectada y promover su bienestar.
Aunque puede ser beneficioso para muchas personas, este enfoque no suele considerar el impacto del contexto transversal (social, histórico, político, económico y cultural), es decir, del sufrimiento de los individuos en su conjunto y, por tanto, de la comunidad.
Es absolutamente necesario abrir la mirada para incluir en nuestro enfoque a la sociedad en que la persona está inmersa y poder así aliviar el sufrimiento mental de toda la comunidad.
Ello comporta emprender acciones no solo individuales, sino también colectivas, que contemplen la influencia de las condiciones estructurales en nuestro bienestar emocional.
La salud mental colectiva, como disciplina, busca promover las intervenciones de carácter colectivo teniendo en cuenta el impacto de los factores socioculturales en la subjetividad. Se trata de un paradigma con un largo recorrido en América Latina, donde se ha impulsado la reforma psiquiátrica. En Europa, sin embargo, se halla todavía en un estadio inicial que es preciso desarrollar mediante la búsqueda de espacios para una salud colectiva posible. (Martínez-Hernáez, A., & Correa-Urquiza, M. 2017).
Para poder impulsar esta corriente de pensamiento y acción, es necesario promover la interacción entre los distintos conocimientos y prácticas, reforzar los lazos entre la población y los profesionales de la salud y tener en cuenta los valores sociales y la subjetividad. Además, hay que superar el modelo biomédico hegemónico hospital-centrista y enfocado en la enfermedad, para adoptar una visión más comunitaria que haga hincapié en la atención integral y la equidad en el acceso a los servicios.
Las prácticas en salud colectiva están estrechamente articuladas con la estructura de la sociedad y las fuerzas dinámicas de sus grupos sociales. Un claro ejemplo de prácticas comunitarias en este marco son las acciones de ayuda y soporte mutuo, muchas de las cuales se están dando actualmente de forma virtual.
Estas prácticas demuestran que los vínculos compartidos son un medio potente para poder hacer frente a problemas colectivos y generan además contacto social en el contexto actual.
Así pues, el paradigma de salud mental colectiva nos muestra lo importante que es apoyar y fomentar iniciativas centradas en el cuidado comunitario.
En este escenario, los enfermeros y enfermeras de salud mental estamos implicados en el cuidado de la sociedad, respetando y sumando a nuestros conocimientos expertos los de los usuarios con experiencia en primera persona.
Es imprescindible crear espacios de aprendizaje donde, con las herramientas de los usuarios y los profesionales, se huya del paternalismo y se fomente el diálogo y la reflexión en toda la comunidad; donde, a través del esfuerzo conjunto, se promueva el bienestar y se alivie el sufrimiento psíquico.
Teléfono de la Esperanza 93 414 48 48
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