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Consejos para la prevención del suicidio en las aulas

Prevencion suicidio en la escuela

La escuela es un entorno clave para trabajar la prevención del suicidio. Se trata de un entorno en el que los niños y adolescentes pasan la mayor parte de su jornada, con sus iguales, que son sus referentes. Un espacio en el que viven alegrías, frustraciones, aprendizajes y se desarrollan habilidades sociales y que puede marcar, para bien o para mal, su desarrollo emocional como adultos y adultas. Entre los 10 y los 19 años es una etapa de la vida especialmente crítica para la adquisición de estas habilidades a la vez que es un período de riesgo para la aparición de trastornos mentales. Estas experiencias, que son las que toca vivir en esta época no vienen solas, se complementan con la vida familiar y en comunidad que experimenta el individuo.

En las directrices sobre intervenciones de salud mental preventivas y de promoción para adolescentes «Ayudar a los adolescentes a prosperar» de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se recoge, por ejemplo, la necesidad de fomentar las aptitudes socioemocionales en los adolescentes. Una función que el sector educativo puede desarrollar integrando la educación emocional en todas las actividades educativas o lúdicas que organice. Entre las acciones que se deben promocionar desde el entorno educativo, la OMS incide en fortalecer la autoestima de los estudiantes, capacitar para vivir, realzar el desarrollo y consolidación del sentido de identidad de los jóvenes, promocionar la expresión de las emociones, prevenir la intimidación o violencia en el centro o promover la estabilidad y continuidad de la escolarización, entre otros.

Pero además de fomentar las habilidades socioemocionales, la OMS recomienda la capacitación de los profesionales educativos para asegurar un entorno escolar seguro (para evitar el acoso escolar, por ejemplo), dotar de servicios de apoyo, políticas y protocolos claros para el personal cuando se identifica el riesgo de suicidio, así como acompañar a las familias en este conocimiento preventivo.

Hay un paso indispensable a trabajar en el entorno educativo y consiste en romper con los mitos más persistentes en el ámbito educativo: que hablar del suicidio aumenta el riesgo por contagio, que no es evitable o que el que dice que quiere suicidarse no lo hace.

A los profesionales de la educación les pueden asaltar múltiples dudas sobre qué pueden hacer o cómo acompañar al alumnado en esta prevención. Para resolver las dudas principales, la OMS publicó en 2001 el documento «Prevención del suicidio. Un instrumento para docentes y demás personal institucional», ofreciendo información sobre el problema en general, los factores protectores, lo factores de riesgo, cómo detectar señales de alarma y las acciones básicas a realizar en las instituciones educativas.

¿Cómo identificar estudiantes con un posible riesgo de suicidio? 

Según esta herramienta de la OMS, hay siete aspectos clave en la identificación estudiantes «en riesgo de aflicción mental y social que pueden albergar pensamientos de suicidio que finalmente conduzcan a comportamientos suicidas»:

  • Falta de interés en las actividades cotidianas y esto supone un cambio en su comportamiento previo.
  • Un descenso general en las calificaciones.
  • Una disminución del esfuerzo.
  • Un comportamiento inadecuado en clase
  • Ausencias inexplicadas, repetidas o inasistencia sin permiso
  • Exceso de consumo de tabaco, bebida o consumo de otras sustancias adictivas.
  • Protagonizar incidentes que incitan a la violencia estudiantil

La ideación suicida es multifactorial y hay numerosas circunstancias particulares que pueden influir: aspectos culturales, sociodemográficos, familiares, de personalidad, de salud mental o acontecimientos negativos estresantes de la vida cotidiana. La relación de confianza entre el docente y el alumno, en un entorno seguro, de respeto y en el que el alumno sienta que pueda expresarse sin ser juzgado, puede ser clave en la detección de situaciones personales de riesgo.

En términos generales, la Organización Mundial de la Salud resume sus principales recomendaciones dirigidas el entorno educativo en estos puntos clave:

  1. Identifica estudiantes con trastornos de personalidad y ofrécele apoyo psicológico.
  2. Establece lazos cercanos con los jóvenes, hablándoles y tratando de entender su situación personal y ofrece alguna ayuda.
  3. Ofrece apoyo para la tristeza o abatimiento sin juzgar.
  4. Observa y entrénate en el reconocimiento temprano de la comunicación suicida, ya sea a través de señales verbales, escritas, artísticas o comportamentales. No subestimes ninguna señal.
  5. Ofrece refuerzo adicional a estudiantes con dificultades.
  6. Presta atención a faltas o ausencias injustificadas.
  7. Cuida el lenguaje y la forma de tratar a los jóvenes con enfermedad mental o su situación personal, no estigmatizar.
  8. El consumo de drogas y/o alcohol son señales de alerta de dolor emocional y de factores de riesgo.
  9. Proporciona a los estudiantes información y derivación profesional para el tratamiento de trastornos mentales y/o adicción a drogas, incluido el alcohol.
  10. Restringe o elimina el acceso de los estudiantes vulnerables a espacios y elementos con los que puedan causarse daño.
  11. Es importante proporcionar a los docentes y otros miembros del equipo educativo acceso inmediato a medios para aliviar su estrés en el trabajo.
Este contenido no sustituye la labor de los equipos profesionales de la salud. Si piensas que necesitas ayuda, consulta con tu profesional de referencia.
Publicación: 8 de Septiembre de 2021
Última modificación: 8 de Septiembre de 2021

Si tienes pensamientos suicidas, pide ayuda:

También puedes comunicarte con los servicios de emergencia locales de tu zona de residencia.