El papel de la autoimagen en la recuperación de las personas con cáncer
Resumen
La imagen corporal es una representación mental, consciente o inconsciente de nuestro cuerpo. Esta percepción implica cómo nos evaluamos, cómo creemos que nos ven los demás y cómo actuamos en consecuencia. La interpretación de la imagen corporal que tenemos puede ser realista o distorsionada y acabar afectando a nuestra autoestima. La cultura, los valores, los aprendizajes y las experiencias vitales, entre otros elementos, configuran la identidad de una persona y también dejan huella corporal.
Hay etapas vitales que pueden alterar nuestra imagen corporal, como la pubertad o la menopausia, pero también existen procesos de salud que inevitablemente dejan huella en nuestro cuerpo. Hablamos de trastornos de la conducta alimentaria, cáncer, ostomías o enfermedades neurodegenerativas, entre otros casos.
La imagen corporal durante el proceso oncológico
Las repercusiones físicas en las personas que pasan por un cáncer desencadenan efectos visibles en la piel, el cabello y el aspecto general de la persona. Tras finalizar su tratamiento, la persona todavía sufre secuelas emocionales que a menudo tienen mucho que ver con su imagen corporal. Su identidad se ve afectada por los cambios en su aspecto y esto puede afectar a su salud mental.
A menudo se habla del duelo corporal para entender la vivencia que implica la pérdida de aspectos que marcan la identidad personal o el yo de antes de la enfermedad.
Cuidar la imagen corporal de la persona que pasa por una enfermedad oncológica contribuye notablemente a aumentar su autoestima y su estado de ánimo. Hay muchas formas de intervenir para mejorar su imagen corporal y, en consecuencia, beneficiar también su calidad de vida, minimizar el estigma asociado a esta enfermedad y favorecer el retorno a la normalidad.
Las personas que tienen o han tenido un cáncer llevan años pidiendo una atención integral personalizada en aspectos y recomendaciones del día a día para el cuidado de su imagen (uso de pañuelos, cosmética, banco de pelucas, etc.). El camino ha sido complejo, puesto que la realidad de la atención médica se centraba únicamente en superar la patología. En la actualidad, ya es un hecho que los avances en los tratamientos de las personas mejoran las expectativas de supervivencia y esto comporta que el cáncer se asuma, en muchos casos, como una enfermedad crónica de largo recorrido en la que es vital la sensación de calidad de vida y bienestar emocional.
Técnicas que ayudan a recuperarse y cerrar capítulos
Existen muchos factores a tener en cuenta para valorar la afectación de los tratamientos oncológicos en la imagen corporal. La edad, la cirugía practicada, el grado de pérdida o la valoración personal de esa pérdida son aspectos que marcarán el estado emocional del individuo. La aceptación no es fácil para todos y, por eso, el apoyo psicológico puede ir acompañado de procedimientos estéticos.
La estética oncológica engloba diferentes técnicas y procedimientos que cuidan la piel que sufre los efectos de la quimioterapia y radioterapia o las cicatrices resultantes de las cirugías. Asimismo, se abordan los trastornos producidos en las uñas, cejas y pestañas. Se está imponiendo la micropigmentación reconstructiva, reparadora y capilar. De hecho, la micropigmentación areolar en mujeres con mastectomías está ya contemplada como servicio asistencial en el sistema público de salud.
Desde una visión integradora, se trabaja para prevenir, preservar y mejorar el deterioro físico resultante de un proceso oncológico. En definitiva, se realiza un abordaje multidisciplinar con la intervención de diferentes especialistas para dar apoyo físico y emocional a las personas que atraviesan la enfermedad. El acompañamiento se realiza desde el diagnóstico y durante todo el proceso.
Existen muchos estudios que demuestran la conexión entre la imagen corporal y el bienestar psicológico. Uno de los estudios más amplios realizado en más de 65 países del mundo relaciona tener una imagen corporal positiva con el bienestar psicológico y la satisfacción personal. Por otra parte, las personas que tienen pensamientos negativos sobre su cuerpo tienen mayores factores de riesgo de desarrollar trastornos de conducta alimentaria, ansiedad o depresión. Sentirse bien con uno mismo aumenta la confianza y, por supuesto, esto tiene un impacto positivo en la recuperación.
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