Secuelas emocionales en personas con afectación pulmonar postcovid
El 31 de enero del 2020 se diagnosticó el primer caso de infección por SARS-COV2 o enfermedad por coronavirus (COVID-19) en España, a este caso le siguieron miles de casos más. De estos miles de personas afectadas, un 20% sufrió una neumonía bilateral y necesitó ingresar en los hospitales, colapsando todos los hospitales del territorio.
Ahora sabemos que la enfermedad por coronavirus deja secuelas físicas que todavía no acabamos de saber cómo evolucionarán. Algunas de las más importantes afectan los pulmones. Nos encontramos casos leves como la bronquiolitis, que es la inflamación de los bronquios más pequeños, o casos más graves como la fibrosis pulmonar, que es el endurecimiento del tejido pulmonar.
Estas secuelas físicas, pero, son mucho más ya que conllevan asociadas consecuencias emocionales que aparecieron desde el inicio de la pandemia, con la pérdida de relaciones sociales por el confinamiento y las restricciones sociales, sufrir la propia enfermedad o la pérdida de un ser querido, a menuda sin poder despedirse de forma adecuada.
Las secuelas físicas de la COVID-19, aunque sean leves, son emocionalmente perjudiciales. Las personas que las sufren, a pesar de no haber necesitado un largo ingreso hospitalario, se encuentran en una situación en la que tienen un fatiga muy importante y, sobre todo, sensación de ahogo y tos que les dificulta llevar una vida normal. La mayoría de estas personas son jóvenes, de entre 40 a 65 años, y están activas tan personal como laboralmente. La aparición de este cansancio, sensación de ahogo y tos les ha impactado de forma importante en su bienestar emocional ya que no pueden hacer con total normalidad sus tareas cotidianas.
El impacto emocional de depender del oxígeno para vivir
Este impacto emocional se multiplica cuando hablamos de la secuela respiratoria más grave, la fibrosis pulmonar postcovid. Se trata de una afectación todavía desconocida en la neumología y de la cual no sabemos todavía cómo evolucionará. La investigación que se está haciendo en todas partes, seguro que nos dará respuestas dentro de un tiempo.
Lo que sí sabemos es que la aparición de la fibrosis no depende de la gravedad de dicha enfermedad, ya que hay personas que necesitaron respiración por ventilación mecánica y no han tenido secuelas físicas mientras que otras que estuvieron menos graves han desarrollado esta fibrosis pulmonar.
Con una fibrosis pulmonar postcovid, la vida cambia completamente. Se pasa de tener una vida normalizada a tener una insuficiencia respiratoria y con dependencia de una fuente de oxígeno. Aceptar esta realidad inesperada, especialmente en personas sanas, y adaptar su entorno y la propia actividad a esta enfermedad no es un proceso fácil ni corto.
Al fin y al cabo, se trata de una enfermedad altamente discapacitante que hace replantearse aspectos vitales, desde el propio hogar, que quizás no tiene las condiciones adecuadas, al propio proyecto de vida.
Se trata pues, de un impacto enorme sobre la vida de las personas y que los diferentes profesionales vamos captando en nuestros seguimientos y controles.
Aparecen delante nuestro muchos retos, no sólo de conocimiento de la propia enfermedad y su evolución sino también para conseguir acompañar estas personas en su proceso de recuperación.
Las afectaciones postcovid pueden ser múltiples, desde leves a graves, pero todas ellas tienen en común un componente de afectación emocional que, a veces, puede ser difícil de gestionar cuando no tenemos todas las respuestas.
Se trata de un reto compartido por los profesionales de la salud pero también por los profesionales del ámbito social. Entre todos, desde nuestras distintas especialidades, debemos trabajar juntos para garantizar, con sensibilidad y comprensión, que estas personas se sienten acompañadas en este proceso que nos implica a todos.
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