Comprender a los niños que tienen TDAH
Resumen
Es muy movido, activo, despistado, holgazán; no hace las cosas porque no quiere, solo las hace si está motivado; si le reñimos, entonces se pone a ello; solo funciona con el grito y el castigo; se muestra desafiante y, si no quiere hacer algo, no lo hace; el día a día es un problema porque tenemos que gritar, nos tenemos que enfadar y no hay manera que podamos tener un día tranquilo.
Estas son algunas de las descripciones del día a día que hacen los padres y madres que vienen a la consulta, preguntando sobre sus hijos e hijas y qué es lo que más les preocupa. Ven que la pauta que usan no les sirve, a menudo cambian de estrategia, te dicen que depende del día acaban haciendo una cosa u otra, pero se sienten desbordados porque no consiguen una rutina satisfactoria y funcional.
Más allá de hablar de problema de conducta, de aprendizaje o de hábitos, es importante que sepamos cómo podemos ayudar a estos niños a sentirse satisfechos, que sientan que no decepcionan las expectativas de sus padres y, lejos de la etiqueta, superen las dificultades y puedan crecer con una buena autoestima personal.
TDAH, más allá de un niño movido
El TDAH es una inmadurez en el córtex prefrontal, que afecta a entre un 10 y un 20% de la población infantil y adolescente, y que provoca una gran dificultad en estos niños a la hora de cumplir lo que se les pide, ya sean hábitos de autonomía, órdenes, actividades académicas o, incluso, seguimiento en los deportes.
El córtex prefrontal es una área del cerebro que nos hace de guía en todo aquello que hacemos, como un planificador de actividades, que hace que podamos continuar concentrados en una tarea sin distraernos, que inhibamos actos que «no tocan» o que dirijamos nuestra atención a lo que es irrelevante. Es el área del cerebro encargada de que recordemos lo que tenemos que hacer, que hace que podamos planificar a la hora de hacerlo, organizarnos e, incluso, está implicada en la regulación de nuestras emociones cuando hacemos las cosas. Así, nos permite hacer algo aunque nos aburra mucho. También es el área del cerebro que nos permite ver el futuro, las consecuencias de nuestros actos, lo que pasará si hacemos una cosa u otra, de forma que podamos escoger hacerla o no, según nos convenga.
Es importante que estos niños sientan que no decepcionan las expectativas de sus padres y, lejos de la etiqueta, superen las dificultades y puedan crecer con una buena autoestima personal.
En los niños con TDAH, esta área del cerebro presenta cierta inmadurez (se estima que del alrededor de un 30%), que les dificulta el cumplimiento de aquello que se esperaría por su edad. Simplemente, no tienen la madurez neurológica suficiente para poder hacer lo que les tocaría, lo que llamamos funciones ejecutivas.
Así, en casa pueden mostrar actitudes como:
- A menudo se quejan por tener que hacer cualquier cosa o no la hacen porque se encallan con lo que les gusta más o les pasa por delante.
- Se enfadan cuando se les ponen límites.
- No toleran la frustración ante un «no» o cuando las cosas no salen como ellos quieren.
- Se muestran desafiantes, tozudos, enfadados...
- Sus emociones son muy exageradas, de forma que cuando están contentos están muy contentos, y cuando están enfadados, muestran su disgusto de manera muy exteriorizada.
- Les cuesta recordar lo que se les ha dicho que tenían que hacer.
- Les cuesta seguir rutinas.
- No nos «oyen» si les hablamos de lejos porque están inmersos en lo que están haciendo y que les gusta mucho.
Por otro lado, en la escuela, los maestros suelen alertar que:
- No se apuntan los deberes en la agenda.
- Prefieren jugar que hacer los trabajos.
- Se desconcentran de lo que estaban haciendo y se les tiene que avisar a menudo.
- Parece que sean desafiantes porque se enfadan por tener que hacer lo que no tienen ganas de hacer.
- Muestran su poca tolerancia a la frustración cuando una cosa no los sale, porque no pueden regular su emoción ni la respuesta que dan a esta emoción.
- A menudo se enfadan con compañeros y les cuesta ceder.
- A veces tienen respuestas desproporcionadas ante los conflictos.
Entender y acompañar a nuestros hijos con TDAH
En primer lugar, lo más importante es que un centro especializado en infancia y adolescencia haga una valoración de nuestro hijo o hija. Hay que valorar si la causa de las dificultades es que tiene TDAH o si hay alguno otro motivo detrás, puesto que otros problemas emocionales, como por ejemplo una depresión, también pueden causar sintomatología compatible con este trastorno. Dificultades con el entorno próximo, como por ejemplo el bullying, situaciones traumáticas o un entorno familiar desestructurado o que haga sufrir al niño también pueden provocar este comportamiento. Por lo tanto, es muy importante tener un diagnóstico diferencial por parte de una persona profesional.
Tenemos que ayudarles y enseñarles que pueden, que saben, que saldrán adelante con la tarea que emprendan, y, por lo tanto, reforzar siempre lo que hacen bien y ayudarles a crecer con autoestima personal.
Hay que comprender a nuestro hijo o hija. Hay que entender que no hace las cosas porque no puede, y no porque no quiere. A partir de aquí, tenemos que ser su acompañante en las dificultades, su planificador, le tenemos que ayudar a inhibir las respuestas desafortunadas, a regular sus emociones, a continuar en una tarea y reconocer la satisfacción que provoca acabarla, a recordar lo que tiene que hacer y, sobre todo, acompañarle enseñándole que puede, que sabe y, por lo tanto, reforzando siempre lo que hace bien, y ayudarle a crecer con autoestima personal.
¿Cómo? Pues dándole las órdenes con afecto, de una en una, mirándole a los ojos y acompañándole en las tareas que tiene que hacer. Cómo si fuera más pequeño de lo que es, porque, en realidad, en esta área del cerebro es como si fuera más pequeño.
Algunas cosas que le pueden ayudar son:
- Hacer listas de lo que tiene que hacer.
- Hacer pósteres con el horario que tiene que seguir, con las cosas obligatorias y las que le gusta hacer y que podrá hacer después.
- Hacer letreros con las cosas que tiene que coger cada día (enganchados en lugares estratégicos).
- Recompensarle cuando haya hecho lo que tiene que hacer, en forma de reforzadores sociales, actividades de ocio, pegatinas, etc.
- Potenciar su autoestima y alentarle ante los fracasos.
- Felicitarle a menudo.
- Ayudarle en lugar de reñirle y castigarle (hablarle de lo que tiene que corregir, y ayudarle a corregirlo).
Los niños con TDAH suelen ser muy creativos, emocionales, divertidos, afectivos, espontáneos, simpáticos, sociales ..., y esto se les tiene que valorar muchísimo. Con el tiempo, cuando el cerebro madura, los síntomas se pueden convertir en ventajas si han aprendido a gestionar las dificultades y entienden su perfil de funcionamiento.
Así, podrán pasar de la dificultad atencional del TDAH, a la curiosidad en la edad adulta; de la impulsividad, a la creatividad; y de la hiperactividad, a la energía inacabable para conseguir lo que se propongan.
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