Erradicar los microestigmas en salud mental, un trabajo de todos
Resumen
Cada vez se habla más de los problemas de salud mental. Aun así, todavía queda camino para recorrer, sobre todo, para hacerlo de una manera libre de estigmas y de microestigmas. Deshacernos de estos prejuicios es un trabajo que nos toca hacer a todos y a todas y que empieza desde muy jóvenes. De hecho, cada vez se reclaman más espacios para conversar abiertamente sobre estas actitudes, para confrontarlas y combatirlas. Pero hay que continuar trabajando y no caer en la banalización de una cuestión que afecta tanto a las personas con problemas de salud mental.
¿Qué son los microestigmas?
Los microestigmas son pensamientos, actitudes, acciones o comentarios que las personas tenemos automatizados y que parecen sutiles, incluso imperceptibles, cotidianos y casi normalizados y aceptados, pero que encubren estigmas. Puede parecer que se hacen sin mala intención o incluso de manera graciosa, pero es todo lo contrario, porque perpetúan los estereotipos, prejuicios y discriminaciones que hay alrededor de la salud mental y de las personas que tienen o han tenido algún problema de salud mental.
Los microestigmas pueden parecer inofensivos y pensar que se hacen sin mala intención, pero perpetúan los estereotipos, prejuicios y discriminaciones y hacen mucho daño a las personas con problemas de salud mental.
Hay muchos microestigmas en salud mental que nos rodean diariamente y de los cuales somos cómplices. A menudo, estas actitudes van acompañadas de frases que quizás decimos sin prestar atención, hablando de la persona afectada o dirigiéndonos a ella directamente. Cambiar la manera como hablamos es el primer paso para acabar con los microestigmas. Algunos ejemplos son:
- Hacer preguntas innecesarias de carácter íntimo o personal dirigidas a una persona en concreto, que no haríamos si no tuviera un problema de salud mental, solo por curiosidad, impertinencia o tendenciosidad: «¿Tú puedes tener pareja?»; «¿Tu familia cómo ha reaccionado después de todo el que te ha pasado?».
- Hablar de manera infantil a una persona adulta o referirse de manera infantilitzadora. También hablar con ella con condescendencia: «Veo que puedes trabajar como todo el mundo. ¡Muy bien!»
- Controlarla o sobreprotegerla, por ejemplo en el trabajo, con una supervisión diferente pensando que no será capaz de hacer su trabajo.
- Sentir o expresar pena, desconfianza, asco, etc., hacia otra persona por el hecho que tenga un problema de salud mental: «Ay, es que podrías estar tan bien si no fuera por eso que te pasa...»; «Tan joven y ya estás enferma»; «Yo no podría estar nunca con alguien que tenga un problema de salud mental, es una carga».
- Hacer suposiciones o asunciones sobre las capacidades, la autonomía o las necesidades de alguien: «Necesita ayuda para hacer muchas cosas y, con los años, necesitará más»; «Me sorprende que lo haya podido conseguir teniendo en cuenta lo que le pasa».
- Hacer suposiciones o asunciones sobre la situación o la problemática de salud mental que tiene o a tenido: «Estará mal siempre más; lo arrastrará toda la vida; es difícil recuperarse de esto»; «Mira que se esfuerza para salir adelante, pero no hay manera».
- Criticar la apariencia: «Ya se ve que le pasa algo y no está bien».
- No dirigirse directamente a alguien y hacerlo a quién le acompaña.
- Excluir a una persona de la toma de decisiones que la involucra.
- No explicar o esconder información a una persona por varias justificaciones no realistas, desde no querer que se preocupe hasta pensar que no lo entenderá.
Aunque la mayoría de microestigmas pueden parecer inofensivos, para las personas que los reciben son evidentes, incómodos y groseros. Además, con el paso del tiempo, las personas pueden interiorizarlos y verse representadas en ellos. Y, aunque no sean verdad, se convierten en la fuente principal del autoestigma. Esto puede tener consecuencias para las personas receptoras y afectar a su autoestima y confianza, incluso provocándoles el aislamiento social.
¿Por qué aparecen los microestigmas y cómo se perpetúan?
Los microestigmas se pueden dar en todas partes y provenir de cualquiera. Esto hace que sean imprevisibles e inesperados, y crea un mundo hostil para muchas personas. Además, se pueden presentar varios en una misma situación. Estos microestigmas, como los estigmas, provienen de las creencias y actitudes negativas que tenemos hacia las personas que tienen o han tenido algún problema de salud mental. Son fruto de una visión negativa de alguna característica o condición distintiva que se considera un problema, una desventaja, una dificultad, etc. También surgen del desconocimiento y la falta de observación, escucha y reflexión crítica sobre el mundo y las personas que nos rodean.
Todos damos continuidad de alguna manera a los microestigmas y tenemos pensamientos, actitudes y acciones que hemos aprendido en nuestros entornos más próximos, como la familia o la escuela.
Además, los microestigmas están muy arraigados a las sociedades y a las culturas, que los han permitido, adoptado y alimentando, cosa que dificulta todavía más su detección y su cuestionamiento, y se van perpetuando en el tiempo. Todas las personas damos continuidad, de alguna manera, a estos microestigmas y nadie se escapa de expresarlos y de recibirlos. Sin cuestionarnos, pero siendo a veces conscientes, continuamos teniendo pensamientos, actitudes, acciones o comentarios que hemos aprendido en muchos de nuestros entornos de socialización primaria, como por ejemplo la familia y la escuela, y que hacen perdurar los microestigmas.
¿Qué podemos hacer para evitar los microestigmas?
Hay que llevar a la práctica acciones de manera individual y también en la comunidad para conseguir cambiar las creencias y las actitudes presentes en la sociedad y fomentar la inclusión. A continuación, proponemos algunas acciones que todos podemos llevar a cabo para romper con los microestigmas:
- Toma conciencia sobre qué son los microestigmas y cómo pueden afectar a las personas que los reciben.
- Reflexiona individualmente para detectar qué microestigmas forman parte de tus comportamientos.
- Reedúcate para cambiarlos en tu día a día.
- Piensa cómo puedes cambiar estas actitudes y cuál es la mejor manera de actuar. Actuar libre de microestigmas implica hacer un reaprendizaje, es tratar a todo el mundo por igual, con tolerancia, respeto y empatía. También hay que comprender que en el mundo hay personas muy diversas.
- Infórmate sobre la realidad de las personas que han pasado o están pasando por algún problema de salud mental, a través de recursos contrastados y de calidad.
- Alfabetizarte sobre los problemas de salud mental es crucial para superar los microestigmas. Discriminar la información más adecuada y verídica hoy en día es complicado. Usa fuentes de información que provengan de instituciones o entidades expertas.
- Participa en espacios de reflexión (debates, podcasts, etc.). Busca, crea, participa y consume espacios de reflexión donde todo el mundo sea bienvenido a conversar sobre los problemas de salud mental y que promuevan su desestigmatización. Pueden ser tanto virtuales como presenciales, en directo o en diferido. Es interesante tener en cuenta las experiencias individuales de personas que han recibido microestigmas, siempre que estas personas quieran y estén preparadas para hablar. Esta experiencia te puede ayudar a consolidar el cambio. Es importante practicar la escucha activa y empática sin juicio.
- Habla sobre los microestigmas y reflexiona con tu grupo de amistades y con la familia. Verás que hay gente que también está interesada. Nuestro cambio individual también puede generar cambios en nuestro entorno inmediato, hay que hablar con la gente que nos rodea y convertirnos en agentes de promoción de este cambio. Hay que modificar nuestras actitudes y pensamientos para tener relaciones y espacios libres de microestigmas.
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