Experiencias psicóticas en la población general
La psicosis es un conjunto de síntomas caracterizado por la presencia de ideas delirantes, alucinaciones y pensamiento desorganizado, entre otros, y se considera un trastorno mental porque produce malestar e interferencia en la vida cotidiana de las personas que la tienen. Se estima que un 3% de la población mundial tendrá un trastorno psicótico a lo largo de su vida (Përäla et al., 2007).
Tradicionalmente, se había definido la psicosis dentro de una clasificación categorial, es decir, o tienes psicosis o no la tienes. O lo que es lo mismo, o tienes trastorno mental o no lo tienes. Hoy sabemos que no es así, es decir, la psicosis es un continuum que va de la existencia de experiencias psicóticas en población general (no clínica) a la presencia de un trastorno mental que requiere tratamiento.
En los últimos treinta años, se ha estudiado si los síntomas de la psicosis pueden existir en otras condiciones fuera del trastorno mental, como se ha observado en otros trastornos como la depresión. Los resultados indican que las experiencias psicóticas son habituales en la población general y su presencia no está asociada necesariamente al hecho de tener un trastorno mental. Según varios estudios, la prevalencia mediana de experiencias psicóticas en población general es de un 8,4%. En cambio, la prevalencia de experiencias psicóticas con relevancia clínica, es decir, los casos en que hay un trastorno psicótico, es de un 1,5% (van Os et al., 2008). Esto quiere decir que la mayoría de las personas que tienen estas experiencias no tienen ningún problema de salud mental.
Las experiencias psicóticas son habituales en la población general y su presencia no está asociada necesariamente al hecho de tener un trastorno mental.
La incidencia más alta de las experiencias psicóticas se encuentra entre la infancia y la adolescencia tardía, produciéndose un descenso en edades más avanzadas (Fonseca-Pedrero et al., 2008). Para el 80% de las personas con experiencias psicóticas, estas son transitorias (Linscott & Van Os., 2013; McGrath et al., 2015), mientras que el 20% las tienen de manera repetitiva. En estos últimos casos, las probabilidades de que aparezca malestar y, por lo tanto, un trastorno psicótico, son más elevadas (Calkins et al., 2017).
Alucinaciones e ideas delirantes
En cuanto a las alucinaciones, un 12,4% de los adolescentes y un 12,7% de los niños y niñas evaluados las han tenido en algún momento de su vida (Maijer et al., 2018). Es decir, han tenido experiencias visuales, auditivas, táctiles, olfativas o gustativas sin estímulos que lo justifiquen. Con las ideas delirantes pasa una cosa muy similar. La cantidad de personas que las tienen sin experimentar malestar es muy superior a la cantidad de personas que tienen trastornos psicóticos. Hay estudios que han encontrado hasta un 28% de frecuencia de estos pensamientos (Bebbington et al., 2013). Algunos ejemplos de preguntas para evaluar si las personas tienen estos pensamientos son: «¿Crees que es mejor que la gente no sepa muchas cosas de ti por si las pueden usar en contra?»; «Cuando estás en un lugar público y oyes a personas hablando, ¿a menudo crees que están hablando de ti?»; «¿En este último año a veces has sentido que la gente estaba en tu contra?».
A partir de cierta cantidad de experiencias psicóticas una persona puede tener más probabilidades de desarrollar un trastorno psicótico (u otros trastornos mentales), sobre todo si se añaden factores de riesgo como acontecimientos estresantes o consumo de sustancias
El desarrollo de la psicosis, pues, podría seguir un modelo muy parecido al de otras condiciones médicas. Por ejemplo, la presión sanguínea, qué puede oscilar de manera natural, pero a partir de ciertos valores la persona tiene hipertensión arterial, factor que aumentar el riesgo de sufrir alguna enfermedad cardiovascular (van Os., 2003). En el caso de la psicosis, a partir de cierta cantidad de experiencias psicóticas una persona puede tener más probabilidades de desarrollar un trastorno psicótico (u otros trastornos mentales), sobre todo si se añaden factores como acontecimientos vitales estresantes o traumáticos, consumo de sustancias tóxicas o tener predisposición genética (van Os, 2003; Yung et al., 2006; Nelson et al., 2012).
En conclusión, tener alucinaciones o ideas delirantes es mucho más frecuente de lo que inicialmente se pensaba. No todas las personas que las tienen tienen que desarrollar un trastorno psicótico. Aun así, es importante observar si estas experiencias se repiten de manera habitual y, sobre todo, si provocan malestar y dificultades en la vida cotidiana. En este caso, es muy recomendable buscar ayuda especializada, puesto que los trastornos psicóticos a menudo tienen un buen pronóstico si se tratan de manera precoz. El médico o la médica de cabecera puede pedir una consulta con el equipo de salud mental de la zona.
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