Educar para empoderar
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Dentro de los equipos multidisciplinares que trabajan en un centro de salud mental infanto-juvenil están los educadores sociales, una figura clave para potenciar las habilidades sociales y acompañar a los jóvenes en la búsqueda de un entorno social seguro en el que puedan desarrollar al máximo sus capacidades personales. El equipo de educadores sociales del Centro de Salud Mental Infantil y Juvenil (CSMIJ) de Lleida está integrado por siete personas, entre ellas Valentí Pallarés y Roser Gimeno, que nos cuentan cómo es el día a día en este servicio y cuáles son sus funciones.
Dentro de los equipos multidisciplinares que trabajan en un centro de salud mental infanto-juvenil están los educadores sociales, una figura clave para potenciar las habilidades sociales y acompañar a los jóvenes en la búsqueda de un entorno social seguro en el que puedan desarrollar al máximo sus capacidades personales. El equipo de educadores sociales del Centro de Salud Mental Infantil y Juvenil (CSMIJ) de Lleida está integrado por siete personas, entre ellas Valentí Pallarés y Roser Gimeno, que nos cuentan cómo es el día a día en este servicio y cuáles son sus funciones.
Empezamos nuestra jornada con una reunión del equipo multidisciplinar para revisar aspectos del propio funcionamiento del servicio y los programas de atención que desarrollamos. Estas reuniones nos permiten coordinarnos con el resto de profesionales y aportar nuestra visión profesional en el camino de la recuperación de jóvenes y adolescentes que atendemos.
Nuestra función es ayudar a estos jóvenes con trastornos de salud mental a valorar sus capacidades personales, a empoderarse y trabajar la resiliencia para que puedan sobrellevar las situaciones que deben afrontar en su vida cotidiana. Les acompañamos de forma personalizada en el descubrimiento de ellos mismos y de aquellas actividades y vínculos con su entorno que les aporten valor y bienestar. En este camino colaboramos con otros profesionales con la misma finalidad: docentes, servicios sociales, recursos de ocio, etc., así como con la familia y entorno directo. Para nosotros es muy importante trabajar la vinculación y la proximidad con cada persona.
Cada persona necesita recursos diferentes, por ello valoramos cada caso y proponemos diferentes intervenciones que pueden ser individuales, grupales o comunitarias. En la atención individual, a la que dedicamos 45 minutos, profundizamos en temas como los hábitos saludables, el tiempo de ocio, las rutinas o la búsqueda de recursos comunitarios adecuados. Al final, el objetivo es que los jóvenes y adolescentes puedan ser los protagonistas de su propio cambio, que tomen decisiones conscientes sobre su futuro, pudiendo elegir y haciéndose preguntas para generar cambios.
En la atención comunitaria no hay un horario específico, sino que nos adaptamos a las necesidades de cada persona a lo largo del día. Se trata de una intervención pensada para aquellos jóvenes que tienen dificultades para acudir al CSMIJ por la gravedad del propio trastorno. A la hora de proponer recursos adecuados a cada persona, intervenir en el domicilio y directamente con las familias, permite a los educadores sociales contar con una información privilegiada. Esta manera de trabajar es un cambio de paradigma en la atención a salud mental, con la persona realmente en el centro de nuestra intervención y en su entorno natural. Un espacio en el que son ellos quienes te dan permiso para entrar y que nos permite identificar situaciones que no veríamos en la atención ambulatoria. Esta relación crea un vínculo muy potente con ellos y sus familias.
El equipo de educación social nos encargamos de gestionar y dinamizar grupos en los que los chicos y chicas pueden evolucionar en su proceso de recuperación. Actualmente tenemos 15 grupos abiertos, algunos específicos de temas como los trastornos de la conducta alimentaria, los trastornos del espectro del autismo, la fobia social o el consumo de tóxicos, entre otros. La asistencia al grupo les ayuda a fortalecerse socialmente en un espacio seguro, una evolución en las habilidades sociales que ellos mismos pueden reconocer cuando se cierra un grupo.
Todas las intervenciones que realizamos quedan registradas en las historias clínicas de los jóvenes, pero también encontramos tiempo para poder valorar como equipo las estrategias utilizadas y para coordinar el traspaso de casos con otros profesionales, como las referentes de psiquiatría y psicología.
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